Emilia no tuvo esposo, ni hijos, ni familia, pero cada Navidad su hogar tiene sabor a mazapán. Las almendras tostadas, guardan el formato a piedras de su pasado, y ella las tritura, mientras tararea o canta. A este ingrediente le suma la misma dosis de azúcar y así es como Emilia endulza su destino. Muele los condimentos hasta formar una masa y de allí salen figuras divertidas, uniformes frutas, dóciles animales, encantadoras casitas… Después de haberlas horneado las dispone con forma de regalo. Y parte feliz, rumbo al orfanato, una madre sin niños, con sabor a mazapán, para unos niños sin madre.
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18 enero, 2014
Sabor a mazapán
Emilia no tuvo esposo, ni hijos, ni familia, pero cada Navidad su hogar tiene sabor a mazapán. Las almendras tostadas, guardan el formato a piedras de su pasado, y ella las tritura, mientras tararea o canta. A este ingrediente le suma la misma dosis de azúcar y así es como Emilia endulza su destino. Muele los condimentos hasta formar una masa y de allí salen figuras divertidas, uniformes frutas, dóciles animales, encantadoras casitas… Después de haberlas horneado las dispone con forma de regalo. Y parte feliz, rumbo al orfanato, una madre sin niños, con sabor a mazapán, para unos niños sin madre.
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