20 enero, 2014

En la mitad de mi odio pensé que sin embargo era feliz


Me dijo que se iría a vivir sola y antes que pudiera decir nada acotó… vos a mi edad ya estabas esperándome a mí.
Y me vi embarazada, hablándole a una panza que crecía; reviví su nacimiento; sentí el dulce perfume de su piel. Y la volví a ver caminar y a perderse por caminar. Ella era independiente, como ahora y en esa independencia me dejaba. Y sentí odio y bronca, porque después del difícil camino recorrido, en el momento que necesitaba bajar un poco los brazos, para sentirme contenida por un adulto, ella decidía irse. En la mitad de mi odio pensé que sin embargo era feliz, porque le había dado las alas suficientes para volar, esperando que vuelva, aunque sea cada primavera, a posarse en el árbol que también le dio raíces.

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