13 marzo, 2013

Infiel Dignidad


Cuando sonó el teléfono de su escritorio, su instinto le indicó que esa no sería una llamada más.
Una voz de mujer, suave, sensual y adinerada solicitó:
- Con Mercedes Romero, por favor.
- Con ella habla. Buenos días -contestó-.
- Buenos días. -Fue obligada a decir la mujer-. Soy Leticia Aranda Bandino -se presentó-.
En ese momento Mercedes conoció el nombre de la amante de su esposo. Le recordó sus viajes "de negocio", porque un "empresario audaz" debe saber buscar las oportunidades (solía repetir él). Levantó la vista y vió las mesas de trabajo de sus catorce empleados a cargo. La furia se anudó en su pecho pero no en su garganta. Pensó en los rostros de sus tres hijos, que  sólo veían parte de la realidad. Su pulgar dio un par de giros a la alianza y al anillo de compromiso de su mano izquierda, mientras respondió suavemente...
- Encantada Señora. ¿Qué necesita?
- En la última visita de Raúl a mi casa, olvidó un Perramus -refiriéndose a la costosa gabardina- ¿podría decirle que la pase a retirar?
Mercedes supo que las piezas del tablero de la vida estaban en el lugar preciso para hacer jaque mate a la Reina.
- Lamentablemente no la puedo ayudar Señora. Raúl y yo ya no vivimos juntos.
La voz segura de Mercedes quebró a Leticia.
- ¿Cómo?
- Hace dos años que estamos separados. Deberá contactarlo por otra vía.
- Disculpemé - respondió la voz encrispada de Leticia.

Esa noche, mientras Leticia Aranda Bandino continuaba luchando con sus frenéticos pensamientos, Mercedes Romero compartía la cena que había preparado junto a su esposo e hijos.

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