09 septiembre, 2013

Impuros

Cuando la mujer fue apedreada,
la fuerza de las manos
hablaron de venganza;
los músculos tensados
traían veredictos.

Una piedra solloza
después de haberla herido.
El cuerpo yace inerte
en un suelo aún más frío.

Los hombres no comprenden
la magnitud del delito.
En los dedos del invierno
el odio es genocidio.

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