Ese día se levantó un poco más temprano que de costumbre. Puso la cafetera a funcionar y luego fue a terminar de despertarse bajo la ducha.
Mientras tomaba su primer café, abrió la agenda y empezó a escribir.
“20 motivos para Amarte:
- Amo cuando apenas puedes abrir los ojos por las mañanas.
- Amo el “gracias” cuando te sirvo una taza de café y porque cuando te pregunto ¿cómo está?, tu siempre me respondes que “está rico”.
- Amo tu compañía aún cuando estás callada.
- Amo tu mirada triste en invierno tras los cristales.
- Amo tu impuntualidad y tu falta de tiempo.
- Amo tu honestidad ante todo.
- Amo tu orgullo porque es contagioso.
- Amo tu ternura y también tu pasión.
- Amo que te acuerdes palabras que dije. Y no sólo las palabras sino el lugar y el tono en el que las pronuncié.
- Amo que me veas como cuando nos conocimos.
- Amo que tu cintura se acomode a mi brazo.
- Amo que me escuches mirándome a la cara.
- Amo que me abraces como a un niño cuando me siento mal.
- Amo que me leas en voz alta y que compartas lo que piensas.
- Amo cuando estás, porque me siento vivo.
- Amo cuando muerdes tus labios en vez de contestarme.
- Amo cuando me convierto en tu sillón.
- Amo cuando bailas o cantas y te ríes.
- Amo cuando lloras porque sé que no te avergüenzas ante mí.
- Amo todo lo que hago, porque lo hago contigo.”
Miró el reloj. Ya era la hora de irse a trabajar.
Sacó la página recién escrita y la dejó sobre la almohada junto a ella. La beso dulcemente para dejarla dormir media hora más y se fue como cualquier mañana, esperando volver.